miércoles, 21 de noviembre de 2012

Personaje de ficción

El otro día, una compañera del insti me dijo en voz alta, en plena sala de profesores, que había soñado que trabajada de camarera en un chiringuito de playa regentado por mí. Todo empezaba bien, pero resulta que, acabada la temporada me negaba a pagarle causándole gran disgusto y trastocando el idílico sueño en pesadilla. Recuperado de shock, he visto los ojillos oscuros de la profesora de religión que estaba en la sala junto con algunos (pocos, menos mal que había huelga) compañeros más, que me miraban como diciendo: a ver como sales de esta, que menuda has liado. Yo (que en el fondo me sentía halagado de ser un personaje de ficción) iba a contestar que si no tenía suficiente pago con el verano que habíamos pasado junto al mar le interpretaba el sueño allí mismo, sin ni siquiera tumbarla en el sofá de la sala de profes, pero luego he pensado que a lo mejor era tan imprudente como para aceptar el trato y he optado por mascullar unas disculpas de lo más convencionales.

martes, 13 de noviembre de 2012

El caballeroso enseñante

"Una clase pierde respeto a un enseñante mediante pasos imperceptibles, que el enseñante tolera por cortesía sabiendo que su presencia y no sus reprensiones deben inspirar el silencio. Pero conforme el alboroto se hace general, el enseñante debe intervenir y reprender a alguien. La clase comprende que el enseñante no es invulnerable, que alguien ha hablado, que ese alguien puede serlo cualquiera de ellos. Siguen otras reprensiones que acostumbran a la reprensión. Comoquiera que no todos pueden ser reprendidos, se forma un estado de alboroto tolerado que excusa a cada alumno en particular. El enseñante reprende ahora con mayor violencia y en consecuencia -tanto da- los alborotos se hacen más malignos, intencionales, dado que el enseñante o resiste por caballerosidad o no consigue encontrar castigos inhibidores. El alboroto se convierte en consecuencia en un estado endémico, de distracción, de desahogo, de guerra, ahora que se conocen los límites de las reacciones del enseñante. Su simple presencia no basta ya para hacer callar, es necesaria la reprensión y la reprensión ha descubierto su precariedad"
                                                            El oficio de vivir, Cesare Pavese

miércoles, 7 de noviembre de 2012

¿Tontos o cínicos?

En clase

Esta mañana una chiquilla de primero de Eso me ha preguntado si para ser notario necesitas matemáticas.