lunes, 29 de diciembre de 2014

Esa sensación de estar siempre pasándome de listo
(sobre todo en Navidad)

You have a dream

And I had a nightmare

Vi a Papá noel haciendo esqui naútico en la Patacona.

Y no miento
si digo que lamento
la suerte de los renos.

Aviso a navegantes

Los  cambios de diseño son accidentales y, dependiendo de mi inepcia tecnológica, temporales o eternos.

viernes, 19 de diciembre de 2014

El cerco se estrecha

Han quitado el Sánex de Mercadona.

"Ha sido dado temporalmente de baja". Me ha dicho la dependienta en ese lenguaje helador y burocrático que se gastan.

Dejé el carro y me largué. Pero ellos saben que aquí lo único temporal es mi pataleta. Hasta habrán calculado la fecha de mi regreso.

domingo, 14 de diciembre de 2014

El gato de Cheshire

Pues estaba sentado en el bordillo de la acera con un libro entre las manos como acostumbro y la cara orientada al solecito de mediodía que en invierno es un gusto, sobre todo a partir de cierta edad. No hay más que ver la cantidad de jubilados que me rodean calentando sus huesos como yo. A veces me ofrecen cigarrillos que siempre acepto porque extender el paquete dando un golpe de mano para que salga el pitillo me parece una costumbre antigua y tan honorable que ponerlos en evidencia diciendo que no fumo, aparte de mentira, sería una impertinencia superlativa. La loba, como siempre, correteando por el solar. Yo enfrascado en la lectura Pareto, y ella en sus ocupaciones percibiendo directamente el mundo a través de su olfato. Aunque a mí también me gusta más oler los libros que estudiarlos, sobre todo si son de texto y nuevos, nuestras pasiones olfativas son incomparables. El caso es que escucho unos ladridos, y en eso veo a la perra brincando ante un árbol; como ya sé de qué se trata aunque no haya presenciado la persecución, me levanto a ver al gato correspondiente que siempre es un desahogo para la vista cansada del exceso de lectura. Y allí está: dos ojazos verdes que nos contemplan desde la penumbra. Solo le falta sonreír o soltar una frase lapidaria a propósito de la situación para ser talmente el gato de Cheshire de las ilustraciones de Alicia. Cómodamente instalado entre dos ramas, atento a más no poder, nos observaba desde la altura con esa indiferencia felina por los asuntos humanos y perrunos tan perturbadora. Lo malo es que la loba seguía venga a ladrar y a darme tirones impidiendo mi desahogo contemplativo pero también provocando esa mirada gatuna de diosa egipcia tan diferente de la que ahora mismo veo en la Loba que está con la cabeza sobre el sofá implorando una caricia con ojos pamplineros y acuosos. Y es que toda situación tiene su debe y su haber. Qué fácil es escribirlo y que difícil asimilarlo. Anoche mientras corría me recreaba en la escena y pensaba que lo que distingue a los humanos de los animales no es la racionalidad, que en lo que de verdad importa, (que no son precisamente las matemáticas, pese al prestigio que tienen entre los padres) es bastante escasa en ambos, sino su incapacidad para apreciar la belleza. De todas formas, para idealismos, el de mi perra, que ahí seguía, empeñada en atrapar lo inalcanzable, igualito que si le hubiera estado ladrando a la luna.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Hasta la próxima anécdota

Casi seis años de blog y cuando termino una entrada aún sigo pensando que lo mismo de ahí en adelante no me sucederá nada digno de mencionarse.

Aunque precisamente ayer iba corriendo por la huerta de Alboraya, contento como siempre de hacer ejercicio con la perra para vencer el insomnio. Y cuando estaba en el cénit de mi esfuerzo oigo unos pasos por detrás y por el rabillo del ojo detecto a un señor mayor, uno de esos ataviados con chándal que por la mañanas hacen gimnasia sueca y por la tardes caminan aconsejados por su medico de cabecera, que me adelanta. Como soy de los que se tragan su orgullo me he forzado a no acelerar el paso para alcanzarle como me pedía el cuerpo. Cosa que no he conseguido, pues ni aún con toda mi voluntad he logrado detener a mis piernas que, sabias y autónomas, han vengado la afrenta a la altura de la señal de stop que hay a la entrada del municipio de Alboraya.