Ayer, primer día de mar en calma de este extraño (y no sólo por el clima) mes de julio, me metí en el mar a la altura de la acequia de Vera, dispuesto a liberarme de todo el estrés veraniego. La cosa, en principio, fue bien. Dos piezas de buen tamaño. Después se levantó un viento del norte, débil y racheado al principio, y luego constante y cada vez más fuerte, En altamar se formaban crestas de espuma (borreguitos), señal de que uno debe largarse inmediatamente. El agua entraba en el kayak. A lo lejos, el mar se ondulaba en siluetas de sombríos gigantes. Recordaba añorante mi vida muelle: la cama con los Hermanos Karamazov esperando en la mesilla de noche. Pero la avaricia pudo más que la molicie, así que permanecí un par de horas, y sobre la una y media puse rumbo a la playa, no del todo consciente de la rompiente que me esperaba. Salvé la primera ola con toda la dignidad posible, pero la embarcación se atravesó en la rompiente y en la segunda ya no puede hacer nada: naufragio con pérdida de todo menos de la llave de coche que, por puro despiste, llevaba en el bolsillo del bañador, y del botín: una bolsa de mercadona (2 céntimos) que sujetaba entre los dientes como un bucanero su cuchillo. Dos conclusiones fáciles: la primera, que tropiezo siempre en la misma ola ,y la segunda que a la fauna marina de la Patacona la dimisión de Camps no parece haberle afectado en lo más mínimo.
Exacto. El mar y la política se ignoran mutuamente. Dejando de lado la segunda, los hermanos Karamazov realmente pueden hacer de ancla.
ResponderEliminarUn beso.
Ay, ahora me doy cuenta del valor del pescado de ayer. Y de lo irrespetuoso de mi primer comentario. Si hubiera forma de volver atras el tiempo, adoraria a ese pez muerto como superviviente que es de un naufragio nocturno. Cuidate mas, avaricioso pescador!
ResponderEliminarIgnatius,como buen bucanero se situa ya en el horizonte: preciso lo de "mi vida muelle"!
ResponderEliminar