Lobo Lucas está seguro de que hay más escritores que lectores y aunque la certeza es absoluta, hace de tripas corazón y se decide a ser empírico escribiendo la frase muchas veces para demostrarlo: hay más escritores que lectores, hay más escritores que lectores... Al final, acaba extenuado y concluye que ni siquiera es necesario leerse para escribir, pero no consigue eyacular que hubiera sido la demostración más tangible y concluyente de la veracidad de su aserto.
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