Una farola encendida y al fondo, como aún no es de noche, el cielo azul y algunas nubes de color salmón. Mientras paseaba con la Loba a mi espalda pensaba yo en el consuelo que estas cosas procuran, cuando al pasar por el bar el vecino dice en voz alta: "Qué bien viven algunos", y lo cierto es que esta vez no hallo motivos para contradecirle.
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