martes, 28 de octubre de 2025

El foso de lo calculable de antemano

 Con las debidas excepciones y aun sabiendo que la felicidad, por mucho que se empeñen los psicólogos, no está sujeta a ninguna métrica, declaro que existe una proporción inversa entre los libros que uno acumula en su biblioteca y su felicidad. Digo acumula porque al pecado original de la curiosidad se suma el de la avaricia. La curiosidad siempre es consecuecia de una disconformidad con lo que nos rodea, en lugar de tomarlo tal cual es lo analizamos hasta que pierde su sustancia sagrada. No en balde el Tao dice que el santo vacía las mentes, llena los vientres, debilita las voluntades y fortalece los huesos. Y no me refiero a la escritura porque en este caso se suman un pecado o dos más: ambición y soberbia

5 comentarios:

  1. Pues yo debo ser una avarriciosa de cuidado. Me gusta tener un montón de libros por leer.

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  2. Lee con moderación, querida anónima, si no puedes evitarlo, y no acumules para el futuro eso es transgredir los designios de la santa providencia

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  3. Aunque se dice que la curiosidad mato al gato, la curiosidad no tiene nada que ver con el análisis, sino con la mirada.
    La curiosidad es propiedad casi absoluta de los niños.
    Los ojos despiertos buscando la vida
    Los libros se pueden leer y tirar, por supuesto.
    Cada día estás más tragico, Ignacio
    Aviva tu curiosidad, que no es pecado capotal

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  4. Los niños contemplan, no curiosean, y desde luego no leen libros.

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  5. Los niños no curiosean. Tienen curiosidad. Y por eso miran.
    No contemplan.

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