sábado, 30 de abril de 2011

Descompresión

¡Ah,confiarlo todo al soplo de la musa! ¿Y si no sopla? Pues a encender cerillas.

domingo, 17 de abril de 2011

Vaya estirón ha pegado el chaval

Mientras se frota las manos imaginando las doradas que pescará esta semana santa, o rememora el estado de vacuidad beatífica que le provoca tener los ojos puestos en el mar y la caña entre las manos apuntando al cielo, Lobo Lucas recuerda tres enigmas que de pequeño le dejaban perplejo y seguramente fueron germen de sus futuras obsesiones con el lenguaje.

El primero, que se lo inoculó un compañero de escuela de nombre Lorenzo, un niño mucho más listo que él, atañía a la definición de península que todos los colegiales recitaban de corrido: " porción de tierra rodeada de agua por todas partes menos por una llamada istmo". Lorenzo escuetamente añadía en voz baja: ¿Cuántas partes tiene un todo? A Lobo le llevó años percatarse de que, en efecto, la definición de península era topológicamente inconsistente. Interesa decir que su condiscípulo no hizo carrera académica, despues de varias broncas con los asnos vanidosos que pueblan las tarimas abandonó la universidad y hoy en día es el único habitante de una aldea de Requena donde lleva una vida montaraz dedicado a actividades solitarias y agrestes como la cetrería.

El segundo se refería a la canción infantil: “el patio de mi casa es particular cuando llueve se moja como los demás”. Pero vamos a ver, razonaba Lobo, si es particular ¿por qué se moja como los demás? Y eso descontando que en aquellos tiempos para Lobo patio era equivalente a portal, un lugar cubierto por donde los vecinos acceden a sus viviendas. Aunque a día de hoy el profesor Lobo sabe que los patios, particulares o no, pueden mojarse, se sigue preguntando donde reside la peculiaridad del patio de la canción.

El tercero, de índole pueriteológica, de esos que sólo inocencia. la ignorancia, el miedo o la codicia pueden sortear, estilo "¿cómo es posible que los reyes magos en una noche hagan tanta faena?", se agazapaba en el padre nuestro, oración que los lobeznos recitaban en la iglesia tan de corrido como la definición de península en la escuela, concretamente en la parte donde se pedía pan: “el pan nuestro de cada día danos de hoy”. escuchaba Lobo intentando dar sentido a un dánosle hoy todavía más enigmático. Lobo Lucas no podía entender como todos los fieles puestos en pie se atrevían a solicitar de Dios semejante fruslería. Y más teniendo en cuenta que su mamá le amedrentaba y culpabilizaba con los negritos hambrientos de Biafra cada vez que ponía mala cara al pan duro. La iglesia atenta a la solución del enigma cambió el texto de la oración que hoy dice: “danos hoy nuestro pan de cada día”, lo que no deja de ser -concluye L.L.- una petición desemesurada, una exigencia igual de grosera pero menos divertida que la anterior.

lunes, 11 de abril de 2011

De parte de Claudia

Un te quiero mañanero importa más que el dinero. ....................................................... (Gloria Fuertes)