lunes, 23 de septiembre de 2013

Mar del sur

El otro día, cuando estabábamos tumbado ricamente al sol de la Patacona llegaron unos hombres y se pusieron a apilar las tumbonas como si recogieran naipes desperdigados por la playa. Luego vino un remolque que se puso a cargar los montones. Y en eso escucho la voz de A que me dice: A lo mejor se las llevan a otra playa donde sea verano. Antes de despreciar la posibilidad como haría el taxista del Guardián del centeno, yo lo pensaría dos veces. Al fin y al cabo, no es imposible, y, sobre todo, es consolador. Pasa como en las quinelas hay que apostar por resultados que, aunque improbables, estén muy poco apostados. A la larga se gana.

martes, 17 de septiembre de 2013

Democracia morbosa

No se puede decidir sobre los hechos de existencia o de ciencia.

                                                          (Antonio Garcia Trevijano)

sábado, 14 de septiembre de 2013

Pieza nocturna

Me reitero: uno de los motivos por los que no dejo de dejar de fumar es la farmacéutica del turno de noche de Benimaclet. La otra noche, mientras esperaba en la cola, había delante de mí una pobre mujer que estuvo diez minutos de reloj haciendo preguntas a la farmacéutica, justificándose por no acudir de día como las personas decentes; perdiéndose en el bolso para sacar el monedero, y después en el monedero para sacar la calderilla; pagando al fin con tarjeta de crédito (menos mal que no equivocó el número). Yo empezaba a sentir un sufrimiento horrible por ella. Y al mismo tiempo un gozo ruin de aparentar, por contraste, ser un tipo solvente. Si no explotas compulsivamente las burbujas de los embalajes, o nunca  has firmado con un bic sobre una pantalla táctil tirando hasta los imposible del cordel que lo previene, igual no sabes de lo que hablo. Así que puse todo mi empeño en la tarea de realizar una compra aplomada y sobria. Chicles, digo escueto cuando me toca el turno para no liarme entre las mil marcas y formatos. Ella se retira a la trastienda y me saca tres clases para que pueda elegir. Y en eso sonríe. Hay gente que está muy sóla, contesto yo, entrando a todo trapo en la mezquindad. Supongo que te haces cargo, me dice. Yo le sonrío y me voy llevándome un sabor que no es de mis preferidos, pero qué importa el sabor si ella cree que es el que le gusta a un tipo que sabe lo que quiere. Yo mismo.

martes, 10 de septiembre de 2013

Ecos de sociedad

Acabo de descubrir el Cuaderno de cuatro años de Montale y creo que nunca me voy a recuperar del sobresalto. ¡Cuánta mala leche! ¡Y qué bien encauzada! Está claro que Montale es muy grande pero yo aún no lo sabía. Y eso que lo intentaba con otros libros suyos y tenía el convencimiento de que si a Giannuzzi le gustaba era casi obligatorio que a mí también.