domingo, 22 de enero de 2012

El arte de amargarse la vida

El otro día pensé que el mejor libro de Autoayuda sería uno que enseñara a las personas desgraciadas a serlo totalmente, sin resquicio ninguno para la esperanza o enmienda. Y, como todas buenas ocurrencias, indagando en internet, he visto que un filósofo llamado Paul  Watzkawick me ha ahorrado la molestia de escribirlo, se titula "El arte de amargarse la vida" y, si sus consejos son eficaces, ese sí que sería un verdadero libro de autoayuda. Porque lo mismo que cuando intentamos con todas nuestras fuerzas estar contentos o alegres se nos pone un humor aún más sombrío; o cuando intentamos ser buenos a toda costa la boca se nos llena de espuma como a los perros rabiosos; o cuando queremos dormirnos sólo conseguimos aumentar el insomnio, si nos proponemos ser desgraciados en todos los momentos y circunstancias igual acabamos riéndonos de nosotros y hasta contando entre risas a la gente que queremos lo desgraciados que somos.

viernes, 20 de enero de 2012

Hacerse mayor

"Así pues, no es necesario que un príncipe posea de verdad todas esas cualidades, pero si es muy necesario que parezca que las posee. Es más, me atrevería incluso a decir que poseerlas y observarlas siempre es perjudicial, mientras que fingir  que se poseen es útil; es como parecer piadoso, fiel, humano, íntegro, religioso y además serlo realmente; pero, a la vez, tener el ánimo dispuesto para poder y saber cambiar a la cualidad opuesta si es necesario. Y hay que entender bien esto: que un príncipe no puede observar todas las cualidades que hacen que se considere bueno a un hombre, ya que para conservar el estado, a menudo necesita obrar contra la lealtad, contra la caridad, contra la humanidad y contra la religión. Por eso ha de tener dispuesto el ánimo a cambiar según le indiquen los vientos de la suerte y los cambios de las cosas y, como dije antes, no separarse del bien, si puede, pero saber entrar en el mal, si es necesario."
                                                            (Nicolás Maquiavelo, El príncipe )


martes, 3 de enero de 2012

Menos barro

"Pero lo que más que nada contribuye directamente a nuestra felicidad, es un humor jovial, porque esta buena cualidad encuentra inmediatamente su recompensa en sí misma. En efecto; el que es alegre, tiene siempre motivo para serlo, por lo mismo que lo es. Nada puede remplazar a todos los demás bienes tan completamente como esta cualidad, mientras que ella misma no puede reemplazarse por nada. Que un hombre sea joven, hermoso, rico, y considerado, para poder juzgar su felicidad la cuestión sería saber si, además es alegre; en cambio si es alegre, entonces poco importa que sea joven o viejo, bien formado o contrahecho, pobre o rico: es feliz."
"Así pues debemos abrir puertas y ventanas a la alegría, siempre que se presente, porque nunca llega a destiempo, en vez de vacilar en admitirla, como a menudo hacemos, queriendo primero darnos cuenta de si tenemos motivos para estar contentos por todos conceptos, o por miedo de que nos aparte de meditaciones serias o de graves preocupaciones; y sin embargo, es muy incierto que ellas puedan mejorar nuestra situación, al paso que la alegría es un beneficio inmediato. Ella sola es, por decirlo así, el dinero contante y sonante de la felicidad."
                                          Arthur Schopenhauer, Parerga y Paralipómena