lunes, 21 de septiembre de 2020

 Fallido intento de leer La Peste. Me ha pasado lo de siempre: muchos libros que me gustaron en mi adolescencia ya o me gustan, pero los que me aburrieron entonces ahora me aburren aún más.

domingo, 23 de agosto de 2020

sábado, 15 de agosto de 2020

Tiempos felices

Nuestra sombra nocturna caminando por la acera. Creciente o menguante según avanzamos cogidos de la mano de una farola a otra.

 

sábado, 20 de junio de 2020

A pesar de que el cartel decía bien claro que no se podía entrar sin mascarilla, armado de valor ante el absurdo desobedezco y entro a comprarme una.

sábado, 13 de junio de 2020

Tratando de que me guste un libro porque me cae bien quien lo escribió. Quizás sea un mal síntoma literario, pero es una excelente noticia para mi vida afectiva.

lunes, 18 de mayo de 2020

La Loba y cómo se acerca después del juego a que le ponga la correa, la soga. Siempre cede. Algunos dirán que esa pérdida de libertad es humillante. Su dueño no lo ve así: a esa capacidad de obedecer, yo la llamo nobleza. No se puede vivir sin ataduras. Cualquier perro viejo lo sabe.



domingo, 17 de mayo de 2020

Rosa Chacel


Una mujer con esa mirada merece ser leída.

 Biografia de Rosa Chacel
Ningún hombre es libre.
Hay quienes no son esclavos ni del hombre,
ni de la mujer, y ni siquiera son esclavos de Dios.
Son los esclavos del diablo.

                                   R.D. Laing. Sonetos y aforismos

jueves, 14 de mayo de 2020

Los columpios del parque, como si fueran la escena de algún crimen, precintados.

domingo, 26 de abril de 2020

Pues resulta que estaba con el telediario puesto y al teclear la contraseña en el portátil he escrito "coronavirus"
Padres seguidos de hijos con pelota y patinete. La calle parece un decorado montado por el Gobierno.

jueves, 16 de abril de 2020

Salud, higiene y otras certezas

Estoy por hacer una muesca en la pared del baño cada vez que me lavo las manos.

sábado, 11 de abril de 2020

Kafka no, Franz

"Cuando vivíamos en Berlín, Kafka iba con frecuencia al parque de Steglitz. Yo le acompañaba a veces. Un día nos encontramos a una niña pequeña que lloraba y parecía totalmente desesperada. Hablamos con ella. Franz le preguntó qué era lo que la apenaba, y nos enteramos de que había perdido su muñeca. Enseguida inventa él una historia con la que explicar aquella desaparición. «Tu muñeca tan sólo está haciendo un viaje. Lo sé. Me ha enviado una carta». La niña desconfió un poco: «¿La has traído?». «No, la he dejado en casa, pero mañana te la traeré». La niña, ahora curiosa, ya había olvidado en parte su pena. Y Franz volvió enseguida a casa para escribir la carta. Se puso manos a la obra con toda seriedad, como si se tratara de escribir una obra. Estaba en el mismo estado de tensión en el que se encontraba siempre en cuanto se sentaba al escritorio, aunque sólo fuera para escribir una carta o una postal. Por lo demás era un verdadero trabajo, tan esencial como los otros, porque había que preservar a la niña de la decepción costara lo que costase, y había que contentarla de verdad. La mentira debía, por tanto, convertirse en verdad a través de la verdad de la ficción. Al día siguiente llevó la carta a la pequeña, que le estaba esperando en el parque. Como la pequeña no sabía leer, él lo hizo en voz alta. La muñeca le explicaba en la carta que estaba harta de vivir siempre en la misma familia, y expresaba su deseo de experimentar un cambio de aires, en una palabra, quería separarse por algún tiempo de la niña, a la que quería mucho. Prometía escribir todos los días. Y Kafka, de hecho, escribió una carta diaria en la que siempre informaba de nuevas aventuras, que se desarrollaban muy deprisa, de acuerdo con el ritmo de vida especial de las muñecas. Al cabo de unos días, la niña había olvidado la verdadera pérdida de su juguete y ya sólo pensaba en la ficción que se le había ofrecido como sustituto. Franz ponía en cada frase de la historia tanto detalle y sentido del humor, que el estado en que se encontraba la muñeca resultaba del todo comprensible: la muñeca había crecido, había ido al colegio, había conocido a otras gentes. Aseguraba una y otra vez que quería a la niña, pero aludía a las complicaciones que iban surgiendo, a otras obligaciones y otros intereses que de momento no le permitían retomar la vida en común. A la niña se le pidió que reflexionara, y así se la preparó para la inevitable renuncia. El juego duró por lo menos tres semanas. Franz tenía un miedo terrible ante la idea de cómo darle fin, pues aquel final debía ser un verdadero final, es decir, debía hacer posible el orden que reemplazara el desorden provocado por la pérdida del juguete. Pensó largamente y al final se decidió por hacer que la muñeca se casara. Primero describió al joven marido, la fiesta de compromiso, los preparativos de boda. Después, con todo detalle, la casa de los recién casados: «Tú misma comprenderás que en el futuro tendremos que renunciar a volver a vernos». Franz había resuelto el pequeño conflicto de la niña a través del arte, gracias al medio más efectivo del que él personalmente disponía para ordenar el mundo."

                 Extracto de los recuerdos de Dora Diamamt en "Cuando Kafka vino hacia mí," Hans-Gerd Koch (ed,)

miércoles, 1 de abril de 2020

And the days are not full enoguh
And the nights are not full enough
And life slips by like a field mouse
                       Not shaking the grass.

(Ezra Pound)         


Omnipresencia

Cuando recojo una mierda de la Loba y no hay nadie a la vista (y últimamente no hay nadie a la vista) pienso en lo mucho que me reconfortaría que Dios estuviera pendiente de mi acción.

A pie de cama

Como todas las noches la Loba cuando me acuesto acude a mi habitación y posa la cabeza sobre la cama para que la acaricie. Si no lo hago es por temor al virus. La perra que, naturalmente, no entiende nada acusará esa falta de afecto del que tan necesitados estamos..Yo tampoco entiendo mucho o sólo entiendo con la sesera: sólo sé de infectados por los informativos. Ese bicho invisible para mí es una abstracción, trágica, por lo que parece; pero la cabeza de la Loba posándose en mi cama cada noche y yéndose de vacío o o sentada en un rincón a esperar los mimos de antaño, un hecho empírico, urgente e inatendble.

lunes, 30 de marzo de 2020

Ayer y hoy

 Giro la cabeza hacia el ventanal y allí está, la misma paloma blanca de ayer posada en el pararrayos de la escuela. Pero como hoy no es ayer deduzco que esa paloma no es la misma y si lo fuera, seguro que su imagen de hoy no coincide exactamente con la de ayer. La repetición de la imagen se debe a la imperfección de la memoria. Si en este confinamiento todo se vuelve igual a sí mismo es porque las imágenes y el sentimiento que las acompaña quedan nuestro recuerdo como abstracciones. Si fuéramos capaces de memorizar prolijamente los detalles del pasado todo sería novedoso en el presente y la diversidad de estímulos con que ansiamos compensar el aburrimiento que causa nuestra desmemoria, innecesaria.

sábado, 21 de marzo de 2020

El mendigo de la puerta del Mercadona sigue ahí, como siempre, cumpliendo estrictamente con el confinamiento porque la calle es su casa.

lunes, 16 de marzo de 2020

Un poco de esperanza

Hace poco estalló una tormenta.
Ya ha pasado.
No tengo perro.
Pero sí zuecos.
Están junto a la puerta
ladrando.
                              (Werner Aspeström)

miércoles, 5 de febrero de 2020