martes, 24 de diciembre de 2013

Jingle bells

Anoche soñé que desde el más allá alguien me llamaba por teléfono para decirme que no me había tocado el gordo de Navidad

domingo, 24 de noviembre de 2013

Por Júpiter

Que Zeus me perdone, pero los  nombres de los dioses y héroes de la mitología griega me gustan más en su versión latina. Prefiero Neptuno a Poseidón, Minerva a Atenea, Ulises a Odiseo. Afrodita me recuerda a aquél horrible y frígido robot japonés que disparaba sus pechos. Me gustan los dioses latinos porque huelen a tebeo, a Neptuno coronando la falla de la esquina. No conozco destino más digno para una religión que acabar siendo motivo de jolgorio infantil. Cierto que los griegos, tan esbeltos y marmóreos tienen todos los motivos para mirarlos con desprecio. Fallas, yogures y humanos, todos llevamos fecha de caducidad. Y una vez muertos nadie se acuerda de nosotros o a lo sumo durante un par de generaciones, la segunda mayormente con lágrimas de cocodrilo. Y es verdad que hasta el mármol se mella, y las religiones serias desaparecen, pero lo hacen con elegancia, bañadas en luz crepuscular, dejando legiones de poetas y eruditos detrás de sí. 

Por si esto fuera poco en los nombre griegos se juntan muchas vocales que hacen incómoda su pronunciación para una lengua de cabreros más o menos romanizados como nuestro castellano. Si alguien tiene dudas que le pregunte a los niños de San Idelfonso ahora que tienen que cantar los premios en Euros. Apuesto a que el único de la tribu de Astérix que no juraba por Júpiter era ese bardo afeminado que siempre acababa atado a un árbol con la mordaza puesta mientras los otros zampaban jabalí.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Peatón con perro

Paseo por Maximiliano Tous. La loba caga en la acera. Hasta aquí todo normal. El animalito hace lo mismo que hicieron todos sus ancestros antes de que hubiera ciudades y ciudadanos. Incluso podría decirse que debajo de ese excremento se edificó la ciudad. No trato de disculparme. La voy a recoger. Como no llevo nada para quitarla, me fijo en un cartel de se vende piso pegado a un buzón. Y cuando lo voy a arrancar pienso que no, que perjudico a quien lo ha puesto. Y así oscilo entre dejar la caca o dejar el papel sin saber qué decisión tomar. Se me dirá con razón que podría haber buscado otra cosa para recogerla. No soy tan tonto como para que los folletos de Mediamarkt me pongan en ningún aprieto moral. Pero alguien podría pisarla en el intervalo, y además me da vergüenza irme a por un papel y dejarla ahí. ¿Poner un cartel de ahora regreso? Lo descarto porque tanto civismo sería ridículo. ¿Pero, por qué me preocupa ser excesivamente cívico? ¿Estaré sólo salvaguardando mi apariencia a costa de los zapatos de mis semejantes? Aparte de que, si tuviera un papel para escribir, lo utilizaría para limpiar la caca. Pero, ¡ay!, en esas tesituras la lógica perogrullesca me está vedada. Pepito Grillo canta con tanta fuerza que el sentido común se convierte en un imperativo tan categórico que en lugar de auxiliarnos nos aplasta. Dudas así de triviales, si aceleramos el péndulo lo suficiente, pueden llevar a un tipo de apariencia corriente al suicidio. Posiblemente Hamlet dude entre ser y no ser. Un peatón contemporáneo duda entre recoger la caca o no.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Tarde de pesca

Una caña plantada frente al mar. ¿Puede un hombre entretenerse así todas las tardes que le queden de vida? Cuando pesco lo hago convencido de que sí. De otro modo no acudiría.
 
Los paseantes me miran. Lo mismo que mirarían una frase, por muy trivial que fuese, en medio de un folio en blanco.
 
 
Ve a un chico con una cámara de fotos andando por la orilla. Piensa en quitársela de un tirón, simplemente para que pase algo. 
 
¿El mar es sedante porque es monótono?
 
Pasa un mujer por la orilla y el viento de levante te trae un tufo a perfume que rompe todo el encanto.
 
Algunas personas paseando por la orilla. !Y ninguno mira el móvil!
 
Pescar una dorada y preguntarse: ¿y qué? El colmo de la depresión. Todavía no ha llegado.
 
A fuerza de estar solo frente al mar es fácil conseguir un estado alterado de conciencia. Una especie de muerte social. A lo mejor por eso el mar relaja.
 
Cuando deje de estar conmigo no quedará nada. Ni siquiera el mar.
 
¿Por qué el ruido del mar tranquliza y el de un aula de la ESO altera? Se me ocurre que a mí nadie me paga por hacer callar al mar.

Cuando llega un pescador y se nos pone cerca lo odiamos un poco. Y eso que ni siquiera lo conocemos. Decididamente, somos tan territoriales como los leones. Pero no rugimos.

Parecería que un escenario tan imponente anularía el efecto de una chica bonita paseando por la orilla. Todo lo contrario.
 
Sale la luna roja. Podría santificar otros paisajes. Aquí hace menos falta que en tierra.
 
 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Mar del sur

El otro día, cuando estabábamos tumbado ricamente al sol de la Patacona llegaron unos hombres y se pusieron a apilar las tumbonas como si recogieran naipes desperdigados por la playa. Luego vino un remolque que se puso a cargar los montones. Y en eso escucho la voz de A que me dice: A lo mejor se las llevan a otra playa donde sea verano. Antes de despreciar la posibilidad como haría el taxista del Guardián del centeno, yo lo pensaría dos veces. Al fin y al cabo, no es imposible, y, sobre todo, es consolador. Pasa como en las quinelas hay que apostar por resultados que, aunque improbables, estén muy poco apostados. A la larga se gana.

martes, 17 de septiembre de 2013

Democracia morbosa

No se puede decidir sobre los hechos de existencia o de ciencia.

                                                          (Antonio Garcia Trevijano)

sábado, 14 de septiembre de 2013

Pieza nocturna

Me reitero: uno de los motivos por los que no dejo de dejar de fumar es la farmacéutica del turno de noche de Benimaclet. La otra noche, mientras esperaba en la cola, había delante de mí una pobre mujer que estuvo diez minutos de reloj haciendo preguntas a la farmacéutica, justificándose por no acudir de día como las personas decentes; perdiéndose en el bolso para sacar el monedero, y después en el monedero para sacar la calderilla; pagando al fin con tarjeta de crédito (menos mal que no equivocó el número). Yo empezaba a sentir un sufrimiento horrible por ella. Y al mismo tiempo un gozo ruin de aparentar, por contraste, ser un tipo solvente. Si no explotas compulsivamente las burbujas de los embalajes, o nunca  has firmado con un bic sobre una pantalla táctil tirando hasta los imposible del cordel que lo previene, igual no sabes de lo que hablo. Así que puse todo mi empeño en la tarea de realizar una compra aplomada y sobria. Chicles, digo escueto cuando me toca el turno para no liarme entre las mil marcas y formatos. Ella se retira a la trastienda y me saca tres clases para que pueda elegir. Y en eso sonríe. Hay gente que está muy sóla, contesto yo, entrando a todo trapo en la mezquindad. Supongo que te haces cargo, me dice. Yo le sonrío y me voy llevándome un sabor que no es de mis preferidos, pero qué importa el sabor si ella cree que es el que le gusta a un tipo que sabe lo que quiere. Yo mismo.

martes, 10 de septiembre de 2013

Ecos de sociedad

Acabo de descubrir el Cuaderno de cuatro años de Montale y creo que nunca me voy a recuperar del sobresalto. ¡Cuánta mala leche! ¡Y qué bien encauzada! Está claro que Montale es muy grande pero yo aún no lo sabía. Y eso que lo intentaba con otros libros suyos y tenía el convencimiento de que si a Giannuzzi le gustaba era casi obligatorio que a mí también.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Fabulilla

Cuando pesco en la orilla muchos paseantes, aburridos como están pues el mar siempre es monótono, hacen ademán de acercarse al cubo para ver lo que he pescado. Digo hacen ademán, porque casi siempre se frenan en el intento. Pocos se atreven a mirar su contenido con franqueza. Si lo miran, lo miran de reojo como quien no quiere la cosa. Solo los niños (y los perros cuando hay) se acercan, miran y, a veces, hasta proclaman su contenido con descaro. Siempre que no estén los padres cerca, claro, porque si no la bronca: "No molestes al señor, Alberto", es casi segura. Como no tengo aspecto de repartir caramelos supongo que la advertencia tendrá como finalidad que de mayores tengan que dar mil rodeos para acercarse a un cubo la mayoría de las veces, ¡ay!, vacío.

martes, 23 de julio de 2013

Otra vez Mercadona

Yo no sé si es práctica común levantar un poco la bolsa al pesar la verdura. O comprar plátano de canarias a precio de bananas. Confieso que solía hacerlo. Y hasta me pillaron alguna vez. Miento si digo que lo hacía por ahorrarme unos céntimos o por motivos ideológicos. Era simplemente la pequeña droga que oponía a la rutina de la compra semanal. Otros se lanzan desde un puente los fines de semana, yo me conformaba con comerme un kiwi gratis. Lástima que ahora la empresa haya puesto a disposición de sus víctimas unas bolsas de plástico tupidas y enormes. Arrancas una del montón y sientes la extraña e inconfundible sensación de que la bolsa pesa. Cinco gramos, según compruebo en la báscula. O sea que lo que antes hacía por placer deportivo ahora lo hago para evitar que me roben. Y no hay nada más triste que hacer algo cargado de razones. Aunque sean de peso.

jueves, 11 de julio de 2013

Pescar en dique seco

Lobo mira de reojo a esos hombre que, al caer la tarde, se pasean armados con bastones para detectar metales entre las primeras gaviotas y los últimos bañistas de la Patacona. Esos que seguramente están todavía allí porque extraviaron algo. Al final, el recelo deja paso a la curiosidad. A fin de cuentas, él también es pescador: ¿De dónde vienen? ¿Dónde aprendieron el oficio? ¿Qué llevan en esos macutos tan voluminosos? ¿Venderán en Decatlón el kit de pesca en arena? ¿Observarán, golosos, las orejas de cierta bañista con los ojos apuntando unos grados más hacia arriba que el común de los mortales? ¿Por qué no estarán en la  playa de Marbella en vez de buscar la calderilla que sobra de los polos de horchata?
 

jueves, 20 de junio de 2013

Gusanito coreano

La otra tarde en el Decatlon de La Eliana me sucedió una de esas anécdotas que por sí solas justifican la felicidad de una tarde y hasta de un fin de semana. Resulta que voy a comprar cebo para pescar, y como hago siempre, me coloco junto a la nevera a esperar a que algún empleado se fije en mí (la nevera tiene un pequeño candado que impide el self-service). Cuando al fin llega, le pido una caja de gusanos coreanos. "¿Grandes o pequeños?" me pregunta, pues los hay de dos tamaños. "Pequeños", le contesto, y, con esa manía mía de justificarme, en este caso por hacer tan poco gasto, añado: "es sólo para matar el gusanillo". El tío me ha dado los gusanos sin mover una ceja, pero a mí, el chiste involuntario me ha gustado tanto que me he ido riendo entre dientes hasta la caja lo mismo que ese perro pulgoso de los dibujos animados.

sábado, 1 de junio de 2013

Qué profe más bueno

Si de Séneca como maestro salió Nerón como discípulo quizá no haya que hacerse demasiadas ilusiones sobre los beneficios de la educación.

                                                                                               Ramón Eder

martes, 7 de mayo de 2013

Consulte a su farmacéutica


Que la dependienta de la farmacia de 24 horas me aprecia, aunque sólo sea por el dineral que me dejo en chicles de nicotina, lo sospechaba hace tiempo. Suelo ir por la noche. Como ya está cerrado, me los entrega a través del torno. Yo, confiado a la blancura de su bata, le susurro el código de mi tarjeta de crédito para evitar el bochorno de meter los dedos por la ranura y teclearlo casi a tientas, mientras ella, con gesto melodramático, aparta la vista de mi mano pecadora. Por lo visto, no confía en mí lo suficiente como para facilitarme la máquina. Prefiero pensar que son normas de la casa. En fin.
El caso es que la otra noche, a, de sopetón, me soltó que tenía un alma gemela que venía a comprar chicles por la mañana. Y en eso añadió: "te la podría presentar". Y después: "no, que es fea". Lástima que en los momentos culminantes siga siendo tan torpe como a los dieciséis. Nunca sabré lo que me hubiera contestado de haberle pedido fuego. En fin, que se hizo un silencio incómodo. Menos mal que la Loba, que sabe que por la noche todos los gatos son pardos, se puso a ladrar para que la desatara del banco de la esquina.

martes, 23 de abril de 2013

sábado, 13 de abril de 2013

Fumar en crisis

Después del invento de la cuña de papel de plata para fijar la pila de los mandos a distancia que han perdido el muelle, el ocio pascual me ha inspirado un sistema para obtener nicotina sin fumar ni tener que pagar los astronómicos precios de los chicles. El asunto consiste en romper una bolsita de infusiones (esas que siempre acaban caducando en la cocina)  y llenarla de tabaco. Luego se colocan entre la encía y el labio. Yo diría que una bolsa da para unos tres servicios. No lo sé a ciencia cierta porque he vuelto a dejar de fumar. Como la conciencia muerde más que alquitrán, dejo a los exexfumadores el beneficio de mi hallazgo.

martes, 2 de abril de 2013

Si no fuera de mal gusto lo subrayaría todo


EL LIBRO DE LOS GATOS HABILIDOSOS DEL VIEJO POSSUM

"Thomas Stearns Eliot escribió La tierra baldía con el ceño sombríamente fruncido. Y estos jocosos poemas no hacen sino acentúar aún más la cruda y triste temática de sus grandes obras. La broma es, bajo mi punto de vista, la mejor garantía de seriedad, un aval de que esa gravedad deriva del convencimiento y la elección, y no de una limitación psíquica. Es evidente que Eliot no necesita avales ni garantías. Y lo digo por si hay alguien que lleve en mente escribir algo tan serio como La tierra baldía; si es así que se acuerde también de escribir algo tan volátil como este ciclo de poemas sobre gatos. No es necesario que sean gatos; puede escribir sobre perros, vacas, pavos, cárabos, carcoma (aunque sea) o algún pequeño escarabajo. O bien, simplemente de gatos. Después de leer la obra está claro que el tema aún no está agotado. Cada gato es una personalidad, por lo que se convierte en un proyecto literario independiente. Algo que el mismo Eliot sabía perfectamente. Además de eso el gato posee determinados rasgos inequívocamente felinos que tampoco han escapado a la atención del poeta. Presten por favor atención a la cita: "Siempre está en el lado equivocado de la puerta/ y aunque solo hace un momento que salió, ya vuelve a querer entrar. Cualquiera que conozca a los gatos aplaudirá dicha observación. La vida del que tiene un gato se convierte en un constante abrir y cerrar puertas. Con los perros hacemos ejercicio en espacios abiertos. Con los gatos, dentro de casa. En uno u otro caso salimos ganando, porque no hay nada peor para el estómago y el alma que ser víctima de la inercia y el marasmo."
                                                                                      Wislawa Szymborska

domingo, 24 de marzo de 2013

sábado, 2 de marzo de 2013

Chocolate Eureka

Como resulta que se me ha caído la el muelle que sujeta la pila del mando del garaje, y no me apetecía pagar los treinta euros que cuesta un mando nuevo, se me ha ocurrido que al ser los metales buenos conductores de la electricidad, lo mismo, colocando un trozo de papel de plata que hiciera de cuña arreglaba el mando. Y, en efecto, con papel de plata arrancado de una tableta de chocolate el mando ha vuelto a funcionar. Me he puesto casi tan contento como debió estar Arquimedes en su bañera. Tan desproporcionada felicidad podría deberse a que es la primera vez que un conocimiento académico me sirve para algo. Aunque ahora dudo si tanta dicha no será porque es de las pocas veces que aplico mi inteligencia a la solución de un problema práctico, lo que no deja de ser un poco triste.


jueves, 28 de febrero de 2013

El poeta eficaz

Yo creo que los poemas de Brecht son tan buenos porque dirigirse a gente de la calle le hizo darse cuenta de que con el lenguaje uno puede ahorrarse muchos lujos. Seguramente, cuando escribió este poema póstumo debía sentirse ya viejo y cansado para luchar contra la tiranía comunista de Alemania, pero, viendo la mala leche que destila, está claro que conservaba intacta su capaciadad de indignarse. Traduzco de una version inglesa:


Tras el levantamiento del dieciséis de junio

el secretario de la Unión de Escritores Proletarios

distribuyó panfletos por la Avenida Stalin

declarando que el pueblo

había perdido la confianza en el gobierno,

y que era necesario redoblar los esfuerzos

para recuperarla. En esa tesitura,

¿no sería más sencillo

para nuestro gobierno

disolver a la gente

y elegir otra?

sábado, 9 de febrero de 2013

Perdona a tu pueblo señor

Igual de absurdo es decir que un hijo tiene a los padres que merece como decir que un pueblo tiene el gobierno que se merece. La verdad, para padres o gobiernos, es justo la contraria: quien ejerce un poder despótico crea monstruos tan sometidos e impotentes que luego se culpan de tener los padres o los gobiernos que los engendraron.

El paciente contemporáneo (y el terapeuta silvestre)

"Reaccionas de esa forma porque estás viendo en mí una representación de tu madre en el pasado".

"Cierto, y es terrible que habiendo tenido una madre así tenga que tener un terapeuta exactamente igual."

viernes, 1 de febrero de 2013

Dios entre las manos

En este adagio sostenido Beethoven explora los más hondos confines del alma humana, a los que no podría haber llegado sin la ayuda de la inspiración divina.

                            (El pianista Wilhelm Kempff acerca de la sonata nº 29)

martes, 22 de enero de 2013

Lecturas no obligatorias

Puede quererse a la gente pero no es necesario buscarles un salvador. Cada vez que pienso en las ideologías me acuerdo de una película de Chaplin donde Charlot se va de viaje. Carga una maleta de hierro que no logra cerrar, y cuando por fin corre el cerrojo quedan fuera una manga de camisa, una pernera de pantalón... Entonces Charlot coge unas tijeras y corta todo lo que queda fuera de la maleta. Lo mismo pasa con las teorías intelectuales.
                                                                                            Wislawa Szymborska

viernes, 18 de enero de 2013

Además de psicólogo, educativo y americano

Según memoricé en el Power que regurgité el jueves pasado en el examen, los psicologos educativos (la especie más peligrosa) americanos (¿acaso hay otros?) tras sesuda investigación han concluído que los alumnos que leen la versión simplificada de un texto lo recuerdan mejor que los que leen el mismo texto con anécdotas interesantes, que es algo así como decir que para fijarse bien en el bosque lo mejor es ponerse a talar árboles.