sábado, 24 de mayo de 2014

Atado y bien atado


Como un ataque frontal a prejuicios bien establecidos no hace sino redoblar las defensas que los sostienen difícilmente convenceré a nadie que no haya abierto los ojos y percibido, como el crío de la fábula, la escandalosa desnudez del rey. Que en España no hay democracia es un hecho comprobable pese a lo que digan quienes rebuznan a favor del viento  o los títulos que acrediten. Sin otro propósito, pues. que el de explayarme lanzo mi proclama a favor de la abstención en las próximas elecciones europeas. Mala denominación porque lo que es elegir, los súbditos de esta monarquía no eligen a nadie. Quienes eligen son ellos, los jefes de los partidos, que seguramente ya perdieron la cuenta de las dentelladas que han tenido que dar para estar donde están. Los ciudadanos votan con la ilusión de que con otros políticos disminuirán la corrupción y el despotismo. Falsa ilusión porque todos los políticos son iguales, sí, el tópico es cierto, en este sistema todos son iguales. Ya desde los tiempos de Tucídides se sabe que el poder corrompe y pervierte. Para evitarlo se creó la democracia que mediante la elección de los gobernantes por los ciudadanos y la vigilancia de los distintos poderes entre sí es la única garantía para prevenir los desmanes de quienes gobiernan. Pero en España, y menos en las elecciones europeas, no hay democracia: ni elige el ciudadano ni los poderes del estado están separados y se contrapesan.

 
 
  1. El votante no elige, simplemente refrenda una lista elaborada de antemano cuyos candidatos no representan a nadie salvo a los oligarcas de los partidos que los escogieron previo compromiso de fidelidad. El ciudadano elegiría sólo en el caso de que se presentaran candidatos por circunscripciones. Quien gana por mayoría, a una o dos vueltas, se lleva la circunscripción (un barrio, un distrito, una ciudad) convirtiéndose en su representante. Que tiene una oficina abierta en su distrito y lleva al parlamento la voz de ese distrito. Si no cumple, difícilmente volverá a ser elegido. El resto vuelve a su trabajo. Los votos de los sistemas proporcionales (algo inaudito antes de la Segunda guerra) no representan a nadie salvo a quienes elaboran las listas. Y aún hay cándidos que creen que el problema es la falta de proporcionalidad o el bipartidismo. Tiene toda la lógica que sus señorías voten en el parlamento según las indicaciones de quien los ha sentado ahí. Y que jamás se les vea atender a los ciudadanos ni hacer campaña en el lugar donde fueron elegidos.
 
2. Los poderes no son independientes ni emanan de los votantes: ni en España, ni mucho menos en esta Europa antidemocrática diseñada al servicio de estos politicuchos (y de los poderes fácticos de quienes son títeres). Caso español: No hay elecciones separadas a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Como en las dictaduras, el presidente del gobierno, que tampoco es elegido por los ciudadanos en votación directa sino autoproclamado de antemano por él mismo o los oligarcas de su partido, elige al legislativo (mediante las listas que él hace y los ciudadanos refrendan) y controla la judicatura, pues los miembros del Consejo general del poder judicial y a los magistrados de ese absurdo Tribunal constitucional diseñado al servicio de los gobernantes se eligen en el parlamento, donde, por cierto, los miembros del poder ejecutivo descansan el culo, votan y mandan lo que se ha de votar sin ningún empacho.
 
La corrupción y la sinvergonzonería no son cuestión de personas. Cualquiera, no importa su ética o ideología, se corrompería en un sistema así. Aunque lo normal es que ya esté corrupto de antemano debido a las cuchilladas que habrá asestado, o los felpudos que habrá lamido para llegar a puestos de privilegio en las listas de su partido. La única opción que le queda al ciudadano si quiere ser ciudadano y no súbdito es no votar. Nuestro voto refrenda el sistema, les da fuerza y endurece aún más su jeta. Para salvaguardar, por ejemplo, sus privilegios acordonando el parlamento con la policía ante el acoso de unos ciudadanos indignados que padecen los síntomas pero en su mayoría desconocen, por desgracia, el diagnóstico. Moderemos nuestro apetito. Buscando el mal menor no caigamos en el engaño de legitimar a esta oligarquía infame con nuestro voto Recordemos que en este sistema todos son lo mismo: politicuchos que pintan el cemento de su cara de color azul, rojo, verde o hasta con el arcoíris completo, según la demagogia que practiquen. No votar (y hacer pedagogía de lo que sucede) es la única forma de cambiar las reglas de este juego que toma por imbéciles a los gobernados.

domingo, 11 de mayo de 2014

Paisaje escolar

Reconozco mi culpa. Muchas veces en clase cuando los alumnos resuelven ejercicios saco un libro de la mochila y me pongo a leer. Son textos breves: poemas o aforismos que me permiten atender la clase por el rabillo del ojo mientras leo. A veces quienes se sientan frente a mi mesa o cualquiera que viene con una duda ven la portada del libro que intencionadamente dejo vuelto hacia arriba y preguntan por él. Yo cuento cualquier anécdota sobre el autor o incluso leo un fragmento, a veces en voz alta para que oigan todos. Si no entienden que al menos lo escuchen como una oración. Porque es preferible orar a leer esos libros adaptados a su edad escritos por farsantes que harán odiar la literatura a todos incluyendo esos pocos que hubieran encontrado en ella esparcimiento, consuelo y vida más allá de los honorables límites comarcales. Lo hago sin ninguna pretensión, me gusta leer, eso es todo, pero tengo comprobado que esta enseñanza, digamos tangencial, es más efectiva que regurgitar un programa sin descarrilar. Lo inesperado asombra y queda en la memoria.

Hoy el libro en cuestión era el de los aforismos de Kafka, cuya portada es una foto de estudio del escritor muy joven. Una alumno de segundo de la Eso que lo ve me pregunta: "¿Profe, quién es ese chico?" Después de la carcajada he hablado durante un rato de Kafka y hasta he leído el aforismo que dice: “una jaula salió en busca de un pájaro.” La mayoría lo habrá escuchado como quien oye llover, pero el sonido de la lluvia es agradable, y más en Villamarchante con la sequía que hay.

sábado, 3 de mayo de 2014

Jugador

Como no hay jugadores
que se sacien
con la primera apuesta
la casa siempre gana.

Tiempo por delante

Llevamos tanto tedio acumulado a lo largo del puente que la loba dedica la tarde a atrapar una mosca que pulula por la casa con tan poco éxito como el mío para ponerme los zapatos salir a la calle y alzar la barbilla a lo que la tarde me depare. Alguien dijo que consumimos la mayor parte de nuestra energía en un esfuerzo inútil por salir del diletantismo al que nos entregamos por miedo de aburrirnos. Si en lugar de esforzarnos nos rendimos al aburrimiento, como yo esta tarde, llega la recompensa del tedio, estado casi zen que desaparece cuando desatendemos el vuelo de esa mosca y empieza a preocuparnos la cotización siempre cambiante del yen, por poner un ejemplo que interesará al que quiera viajar a Japón en un esfuerzo abrumador por librarse de su aburrimiento.