lunes, 6 de diciembre de 2010

Resbalón

Más allá de lo que dice, o de cómo lo dice, muchas veces, lo que engrandece a un escritor es lo que calla. Los mayores efectos suelen lograrse con los mínimos medios. Me refiero a lirismo, sensibilidad, a cualidades que tienen más relación con la vergüenza o el respeto hacia los personajes que con la inteligencia. A lo que Salinger administra de modo magistral en sus relatos. Porque hay que saber administrarlo. Crear tensión. También cualidades menos comunes que la inteligencia y seguramente más enfermizas. Por su aparente facilidad, muy tentadoras de imitar por una legión de escritores que siempre acaba por despeñarse en un minimalismo vacío y carente de tensión. O en fragmentos dislocados. Todos (salvo los tontos) somos más o menos conscientes de los límites de nuestra inteligencia, pero solemos pensar que el respeto y la sensibilidad están al alcance de cualquiera. Ayer bananas. Hoy plátanos. Cosas que resbalan si se las pisa. El peligro de alargar una frase.





3 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo. Creo en la generosidad del escritor con sus personajes. Podemos entender la generosidad como el respeto y la sensibilidad guiados por la inteligencia. La vergüenza es una cualidad si se administra bien, porque aporta el misterio y la complejidad necesaria a los personajes para hacerlos universales.
    Un abrazo Ignacio.

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  2. Sí, tienes razón, la inteligencia, claro, aunque muchas veces lo que acaba guíando son las entrañas. Puse vergüenza (no pudor, por Dios) porque es el antídoto de la egolatría.Un abrazo.

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  3. Esa sencillez encierra algo muy muy difícil.

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