jueves, 10 de mayo de 2012

La locura de Tolstoi

El evangelio moraliza sobre la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio, pero olvida que el ojo, por su propia naturaleza, es incapaz de mirar hacia adentro. El maestro educará mejor a sus discípulos mostrándoles antes sus propios errores, contradicciones y hasta vicios que sus posibles virtudes. Los alumnos intuyen que habría de ser así casi desde que pisan la escuela, pero pronto se decepcionan, pues no hay maestro capaz de colocar patas arriba la pedagogía y sacudirla hasta que le caigan todas las monedas falsas.

2 comentarios:

  1. Vaya, vaya, si que es cierto que has vuelto al blog...
    En este caso, yo no tengo la misma opinión sobre el desnudo de los maestros. Creo que no hay que ser inalcanzables ante los alumnos, pero, según mi experiencia, un profesor con 'demasiados' "errores, contradicciones y hasta vicios" no suele ser bien entendido. Los referentes deben tener cierto grado de solidez. No hay que esconder lo malo, pero tampoco sucumbir a un exceso de humanidad ante ellos.

    Pero esto son, en todo caso, generalizaciones. En el fondo no hay fórmula perfecta. Un profesor con "contradicciones" puede resultar magnético; y uno excesivamente pétreo puede resultar tan sólido que repela.

    !Qué difíciles, pero qué bonitas, son las relaciones interpersonales¡

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