sábado, 16 de junio de 2012

Arte menor

Levanto la cabeza de los apuntes y entonces veo a la Loba con las patas apoyadas en la baranda del balcón y las orejas levantadas al viento. Salgo corriendo para no perderme el espectáculo. La niña del primero está tocando el Himno a la alegría con su flauta escolar. Por una vez la Loba y yo coincidimos: Los dos estábamos aburridos en el salón, a los dos la chiquilla nos cae muy bien, y los dos disfrutamos del inesperado regalo que nos trae la tarde de primavera. Ni la mejor orquesta hubiera conseguido emocionarme así. Alguien que sin pretenderlo te hace un regalo que no esperas. Ese es todo el secreto. Y tener el balcón abierto, claro.

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