martes, 13 de noviembre de 2012

El caballeroso enseñante

"Una clase pierde respeto a un enseñante mediante pasos imperceptibles, que el enseñante tolera por cortesía sabiendo que su presencia y no sus reprensiones deben inspirar el silencio. Pero conforme el alboroto se hace general, el enseñante debe intervenir y reprender a alguien. La clase comprende que el enseñante no es invulnerable, que alguien ha hablado, que ese alguien puede serlo cualquiera de ellos. Siguen otras reprensiones que acostumbran a la reprensión. Comoquiera que no todos pueden ser reprendidos, se forma un estado de alboroto tolerado que excusa a cada alumno en particular. El enseñante reprende ahora con mayor violencia y en consecuencia -tanto da- los alborotos se hacen más malignos, intencionales, dado que el enseñante o resiste por caballerosidad o no consigue encontrar castigos inhibidores. El alboroto se convierte en consecuencia en un estado endémico, de distracción, de desahogo, de guerra, ahora que se conocen los límites de las reacciones del enseñante. Su simple presencia no basta ya para hacer callar, es necesaria la reprensión y la reprensión ha descubierto su precariedad"
                                                            El oficio de vivir, Cesare Pavese

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