La Loba y cómo se acerca después del juego a que le ponga la correa, la soga. Siempre cede. Algunos dirán que esa pérdida de libertad es humillante. Su dueño no lo ve así: a esa capacidad de obedecer, yo la llamo nobleza. No se puede vivir sin ataduras. Cualquier perro viejo lo sabe.

