sábado, 15 de agosto de 2009

Embellecer la vida no es difícil

Estuve en La Habana. Di la mano
al caballero de París. Una bruja
me aconsejó rezar a la Virgen de Regla
desde el malecón. Conocí a Yailén. Vi
la falsa tumba de Cortázar. El azar
me condujo a la playa de Guanabo,
patria de Bola de Nieve, me bañé
más allá de la última caseta. Vi atardecer
el veintitrés de julio, una nube
ocultó a nuestra vista el rayo verde.
Di mi última calada en Valle de Palmira.
Abandoné los chicles. Tomé fotografías
que debieron velarse. A caballo
rompí el silencio de la selva.
De regreso a Valencia me acompaña un hidalgo
que enloqueció para poder contar
su vida sin sonrojo. Tantas ocupaciones
impiden concentrarse en lo que importa.
Y el verano sigue.

2 comentarios:

  1. hmm... mejorando, sí señor. Una reflexión: hacer lo que importa v.s. centrarse en lo que importa...

    ResponderEliminar
  2. Tota la raó, germà pero tantas ocupaciones impiden concentrarse en lo que importa...

    ResponderEliminar