domingo, 18 de julio de 2010

La respuesta en el viento

Como estamos en verano abro las puertas y ventanas de casa para hacer corriente. Aparte de los clásicos portazos, esos que te fastidian la siesta pues te provocan el conflicto moral de tener que levantarte y sujetar la puerta o incorporar el ruido al sueño y dejarla golpeando libremente a riesgo de estropicios. Digo, que aparte de los portazos, tengo un molinillo de viento en el salón al que ayer, no sé de dónde soplaría el viento, por primera vez que yo recuerde, le dio por girar. Y en eso que aparece la perra corriendo y se planta justo delante del molinillo mirándolo fíjamente y ladeando la cabeza alternativamente a un lado y otro como hace siempre que algo inesperado llama su atención. Pega un par de ladridos supongo que con la esperanza de obtener una reacción perruna del artefacto. Y aparentemente lo consigue porque en ese momento la corriente cesa, el molinillo se detiene y la perra se da la vuelta y se aleja satisfecha.

Y ya totalmente espabilado pienso que la perra estaba mucho menos alarmada de ver al molinillo actuar como un perro que yo de ver a la perra actuando como una persona.

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