sábado, 15 de enero de 2011

Fuera del tiesto

A fin de endurecer su estómago, Ángeles, la mujer ecuatoriana que cuida a mi madre, crió a sus cuatro hijos dándoles las sobras que dejaban los perros del alimento que les preparaba (a los niños). Nunca han tenido un mal de barriga, me comenta. Ellos no lo sabían y ella de niña tampoco supo que cuando su madre la destetó fue criada comiendo sobras de perro. Es casi proverbial que los perros tienen el estómago a prueba de bombas, por lo tanto, su razonamiento es más o menos este: si los niños comen de lo que dejan los perros tendrán un estómago tan duro como ellos. Un claro ejemplo de pensamiento analógico. Ese que la ciencia decimonónica para bien y para mal desterró. ¿Pero por qué no pueden convivir ambos? Pregunta absurda y retórica: porque la ciencia (cierta ciencia) cree hablar en nombre de la verdad y del bien. Lo que está claro es que los nietos de Ángeles, emigrantes en España, no se criarán comiendo las sobras de los perros. Y está claro también que muchos pensarán que se trata de un avance. Quien piense así es probable que se rasgue sus vestiduras de hombre civilizado y a continuación coree: ¡Vivan el progreso y la ilustración! Pero dejad que yo no me precipite (quienes repiten consignas suelen tener poca paciencia con quienes no los secundan), necesito pensar detenidamente antes de dar por sentado cualquier progreso. Al contador de historias le conviene el silencio y además, tarde o temprano, ilustrados, brujos y escritores, todos moriremos callados. Y si es necesario me retracto de lo escrito: no merece la pena morir aullando en la hoguera.

4 comentarios:

  1. Siento mucho disentir, y mear dentro del tiesto.
    Independientemente de la lógica que sustenta el texto que nos presenta nuestro amigo Ignacio (si A come B y está muy sano, entonces C al comer B también estará muy sano), hay una realidad que es aplastante, en los países en los que los niños no se alimentan bien y no existe una sanidad avanzada y científica tienen el triple de posibilidades de morir en el primer año.
    A propósito de esta entrada es necesario recordar que este tipo de supuestos lógicos convivieron con la ciencia hasta la edad media, momento en el cual un fraile Franciscano dio a conocer su teoría sobre la multiplicación de entidades más allá de los que la práctica nos dice (i.e. entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem). De esta forma, la ciencia ha podido avanzar gracias a este pensador. Y sabemos que cuando A come B no necesariamente a C le va a sentar bien.
    Y en esto nos encontramos. Queda muy bien disentir sobre la ciencia, pero creo que en este caso sería necesario una rectificación por parte de nuestro amigo Ignacio. Y digo esto porque la pobreza (que es lo que está detrás de este caso) nunca es un tema con el que se pueda trivializar.
    Y además, para qué coño es un blog si todos los que lo seguimos asentimos como corderitos, y nos dedicamos a reír las gracias del autor?¿?¿
    Animo a la peña a que se subleve y exprese sus opiniones y discuta.
    Un beso a todos.

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  2. Gracias, Luis, por ilustrar con tanta precisión lo que quería decir. Un besito.

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  3. Algo que oí el otro día:
    Desde que la gente no cree en Dios cree en cualquier cosa.

    La analogía entre esa máxima y tu entrada está cogida con pinzas: Dios es a la medicina oficial lo que la astrología a la homeopatía.

    De otro modo, casi parece preferible que existan charlatanes con carné a la liberalización de la superchería.

    No sé por qué, pero me da que vas a disentir.
    Abrazo.a

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  4. Voy a disentir:

    ¿Y por qué será que los que menos creen en Dios son los fundamentalistas científicos? En cuanto a la analogía, no la comparto, ambas artes me merecen como mínimo el respeto de lo que ignoro, o dicho de otro modo, prefiero decidir yo quién es el charlatán a que el estado lo haga por mí. Un beso.

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