jueves, 25 de agosto de 2011

Santos de cuatro patas

Porque los perros como los humanos son animales de costumbres, la Loba tiende a hacer caca en los mismos sitios y a las mismas horas, lo que significa que yo agacho el lomo dos veces al día en los mismos sitios y a las mismas horas. En el último paseo, pasada ya la medianoche, suele hacerlo en la acera de la calle Almazora. A riesgo de que me llamen guarro relataré mi conflicto con esta última caquita nocturna. Suelo recoger el 90% de las deposiciones de la perra, y eso que no concibo mayor humillación que agachar el lomo para recoger la mierda de un perro. Por la noche, cuando no hay espectadores, entran en conflicto mi civismo y mi mala conciencia frente a mi orgullo y mi pereza. Se trata de un conflicto en estado puro, en este caso mi mano derecha no sabe lo que hace mi mano izquierda, como aconsejaba Cristo en maravillosa metáfora acerca de lo intachable que debería ser nuestra vida privada. Resultado: agacho el lomo aproximadamente un 50% de las veces. La otra mitad me alejo de la deposición pensando en que a esas horas no pasará nadie, y en que para el día siguiente ya estará seca y será inodora e inofensiva para cualquier zapato desprevenido. Después me duermo pensando, ya con mayor abstracción, en ese córtex cerebral hipertrofiado con que nos ha dotado la naturaleza, capaz de justificar cualquier comportamiento. Y si alguien tira la primera piedra que piense que Cristo le reconvendría por ello, y en si su vida privada es tan intachable como la pública. A no ser que tenga cuatro patas, apuesto a que no.

4 comentarios:

  1. Genial relato. Me recuerda a un programa de Punset hablando de su yo moral, su yo cerebral, en fin, voy a decirles que te inviten, hablas y te explicas con muchas más claridad, perruna y humana.

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  2. Gracias Laura, como uno no es, ni muchísimo menos, inmune a los elogios, comentarios como el tuyo animan a seguir contando aventuras.

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  3. Aquí estaré, me parecen geniales, igual tengo que hacerte un cuaderno como hice yo una vez con el mío, para no perderlo...

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  4. Cronicas perrunas desde Chicago: PICK UP AFTER PET o algo similar es lo que aparece en los parques chicagoans. Y aqui, en parte por su tradicion protestante, no se ve ni una por las aceras -para ser exacta, una he visto-. Este respeto por todos nos esta sorprendiendo -a mi hasta limites insospechados; despues de ver como se comportan los americanos casi empiezo a creer en el genero humano-. Voy a cantar las alabanzas a Chicago porque me salen a borbotones de los dedos: rascacielos absolutamente esteticos, una ciudad vivible a un ritmo humano, gente amable hasta la saciedad, la diversidad de razas y costumbres como norma general, el respeto a los mayores y discapacitados, confianza en el futuro y en que las cosas pueden cambiarse, participacion real, bla bla bla no me enrollo mas. Nacho, tu que fuiste el origen de esta aventura te has perdido un viaje alucinante; con la concurrencia ademas de Salva, a quien nunca estare suficientemente agradecida por sus enseñanzas. Besos desde mi ultimo dia chicagoan

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