lunes, 8 de diciembre de 2014

Hasta la próxima anécdota

Casi seis años de blog y cuando termino una entrada aún sigo pensando que lo mismo de ahí en adelante no me sucederá nada digno de mencionarse.

Aunque precisamente ayer iba corriendo por la huerta de Alboraya, contento como siempre de hacer ejercicio con la perra para vencer el insomnio. Y cuando estaba en el cénit de mi esfuerzo oigo unos pasos por detrás y por el rabillo del ojo detecto a un señor mayor, uno de esos ataviados con chándal que por la mañanas hacen gimnasia sueca y por la tardes caminan aconsejados por su medico de cabecera, que me adelanta. Como soy de los que se tragan su orgullo me he forzado a no acelerar el paso para alcanzarle como me pedía el cuerpo. Cosa que no he conseguido, pues ni aún con toda mi voluntad he logrado detener a mis piernas que, sabias y autónomas, han vengado la afrenta a la altura de la señal de stop que hay a la entrada del municipio de Alboraya.

2 comentarios:

  1. Piernas, más que sabias, orgullosas.

    ResponderEliminar
  2. Los adjetivos, como decía Pla, dan el peso de la frase. No los pongo yo, Acuden ellos mismos en ayuda, en este caso, de las piernas. Me fio más de la prosodia, que es sabia y autónoma, que de mí mismo. Debe ser por inseguridad. De todas formas, bienvenida sea, porque es lo que distingue a un escritor de un predicador. Un abrazo y gracias por darme de pensar.

    ResponderEliminar