domingo, 18 de abril de 2010

Tirando de un hilo

He amanecido con la noticia de que la perra se ha comido un billete de 50 Euros. Ha estado toda la mañana castigada. Nunca sabrá porqué y eso la salva del rencor. A los niños también se les castiga por cosas que no entienden. Y cuando son mayores entienden el motivo del castigo, pero ante todo entienden que se les castigó por algo que no entendían. Se vuelven rencorosos y castigan a sus hijos que por los mismos motivos castigarán a sus nietos. Podríamos remontarnos hasta el titán Prometeo o hasta aquella primera pareja del Edén castigados por querer entender y envenenados por saber que fueron castigado por una falta que ignoraban. Bendita inocencia.

2 comentarios:

  1. A lo mejor tienes razon pero mientras dura, ¿existe algo mejor que esa inocencia?

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  2. A mí mi madre me llama Adán. Si alude a más de un vástago entonces nos llama Adanes, lo que bien mirado encierra más de una paradoja.

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