miércoles, 19 de mayo de 2010

Ayuda sin paliativos

El único motor del cambio es el atrevimiento. ¿Cuándo nos atrevemos? Nos atrevemos cuando nos sentimos contra la pared, cuando cualquier otra opción significa una incomodidad tan grande que casi no queda otro remedio. ¿Cómo se consigue esa incomodidad? A través de la psicoterapia que, si lo es de verdad, te coloca contra las cuerdas, te deja tan incómodo en tu piel que no cabe otra alternativa más que salir de ella aunque escueza. Otro motor del cambio son los acontecimientos trágicos porque ante ellos la cobardía cotidiana pierde peso y pensamiento y acción se simplifican y aclaran. El pensamiento enmarañado suele ser producto de la ambigúedad y de la cobardía. Es risible y paradójico (o no) que el mejor momento para el cambio seguramente sea la muerte, porque no hay futuro contra el que prevenirse y los lastres pasados resultan irrisorios ante la magnitud del acontecimiento.

No se trata de atreverse ante cualquier circunstancia (un ocho mil se escala por cobardía). El atrevimiento ante las figuras de autoridad: jefe, profesor, un amigo con ascendiente sobre ti, alguien detrás de una barra… curan las heridas infligidas por el padre. El atrevimiento en las relaciones íntimas (seguramente el más difícil) si estemos enamorados, curan las infligidas por la madre. Cuando una pieza de dominó cae las otras suelen ir detrás. La tarea primordial de psicoterapueta es tocar la piezas adecuadas en el momento adecuado.

Y no hay más, la valentía (ya lo dije) es el motor del cambio, pero la valentía precisa un paso previo: la incomodidad en la propia piel. En este sentido quien sufre ya tiene, parte de la mitad del camino hecho. Digo parte porque quien sufre suele buscar desesperadamente alivio a su sufrimiento, y es fácil que le vendan la burra de los buenos consejos, del sentido común, o de los psicofármacos administrados alegremente que, a la larga, tras un primer alivio, te vuelven más culpable o sufriente o, en el peor caso, más fósil. En este sentido el conductismo puro y duro casi me merece más respeto que el cognitivismo o que ese hipermercado de las llamadas terapias humanistas (las más fraudulentas). Basta

1 comentario:

  1. ¿La terapia transaccional es humanista también? ¿Por qué es fraudulenta? No lo entiendooooooo ;)

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