domingo, 24 de noviembre de 2013

Por Júpiter

Que Zeus me perdone, pero los  nombres de los dioses y héroes de la mitología griega me gustan más en su versión latina. Prefiero Neptuno a Poseidón, Minerva a Atenea, Ulises a Odiseo. Afrodita me recuerda a aquél horrible y frígido robot japonés que disparaba sus pechos. Me gustan los dioses latinos porque huelen a tebeo, a Neptuno coronando la falla de la esquina. No conozco destino más digno para una religión que acabar siendo motivo de jolgorio infantil. Cierto que los griegos, tan esbeltos y marmóreos tienen todos los motivos para mirarlos con desprecio. Fallas, yogures y humanos, todos llevamos fecha de caducidad. Y una vez muertos nadie se acuerda de nosotros o a lo sumo durante un par de generaciones, la segunda mayormente con lágrimas de cocodrilo. Y es verdad que hasta el mármol se mella, y las religiones serias desaparecen, pero lo hacen con elegancia, bañadas en luz crepuscular, dejando legiones de poetas y eruditos detrás de sí. 

Por si esto fuera poco en los nombre griegos se juntan muchas vocales que hacen incómoda su pronunciación para una lengua de cabreros más o menos romanizados como nuestro castellano. Si alguien tiene dudas que le pregunte a los niños de San Idelfonso ahora que tienen que cantar los premios en Euros. Apuesto a que el único de la tribu de Astérix que no juraba por Júpiter era ese bardo afeminado que siempre acababa atado a un árbol con la mordaza puesta mientras los otros zampaban jabalí.

2 comentarios:

  1. UI! com Amparo ho llegisca, tens bronca segura, hehehehe.

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  2. Disiento, sin lira, pero disiento, salvo en lo referente a Neptuno (y por motivos tan ridículos que sobra explicarlos)

    E

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