Como ya había
comprobado de otras estancias las almohadas alemanas son magníficas: cuadradas,
grandes, con el relleno distribuido con una uniformidad impecable. Y lo mejor
es que a pesar del tamaño cuando apoyamos la cabeza ceden lo justo para que
descansemos con total confort. Ahora mismo estoy sentado sobre una que me sirve
admirablemente de cojín. Como nada es perfecto, compruebo consternado que no me cabe en la maleta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario