jueves, 27 de julio de 2017

La Patacona ayer

El caso es que la zona de perros de la playa de la Patacona en la que suelo ponerme porque hay menos gente está cada día más manicomial o más vanguardista, si es que no es lo mismo. Ayer mismo, había una embarazada que amablemente me expulsó de mi sitio porque se estaba haciendo fotos con su novio. Ella dirigía la sesión y el accedía no sé si contento o por no disgustarla dado su avanzadísimo estado de gestación. En una de las instantáneas vi como se situaban los dos frente al trípode espalda contra espalda, con sus disímiles perfiles hacia el mar, que seguía a lo suyo, cmitiendo olas milimétricas, lo que no impedía que los surferos de cada día trataran de cabalgarlas. A mi espalda estaba la tropa del Tai chi, unas treinta mujeres y un solo hombre al final del pelotón tratando de mantenerse a la pata coja con un brazo extendido hacia el mar y otro hacia el sol poniente. A mi derecha había una chica sentada en la típica postura yogui, con las puntas de los dedos de una mano apuntando al cielo y con las de la otra sujetando el smartphone, una aplicación, supongo, que le avisará por si mueve alguna ceja.

Y como remate del asunto había otro grupo rodeando a un chico tumbado al que extendían  brazos y piernas.  Al principio me alarmé pensando que era un ahogado, y lo parecía, de tan quieto como estaba, y eso a pesar de que tenía sobre el pecho una especie de cacerola, creo que ellos lo llaman cuenco tibetano, que una mujer con biquini negro de ojales hacía sonar frotándolo en círculos con un una maza como cuando quieres que no se te corte el ajo aceite.  Igual parece que exagero pero es que la realidad escrita queda tan desvaída conforme a lo que vi que conviene exagerarla por hacerla más real. Y me olvidaba de mí, el más excéntrico, aunque en el centro de todo el panorama, con la cabeza de la flauta, que esta vez, por estar más a tono, soplé en su octava más aguda sin el menor remordimiento en vista de que no había nadie tumbado en su toalla leyendo, haciendo castillos, jugando a las palas, besando a su chica o esas cosas que sucedían en la playa cuando yo era más joven y menos sarcástico.



2 comentarios:

  1. Seguro que estabas en la playa? Parece un parque de atracciones. En la piscina donde yo voy hay, a veces, un grupito pequeño practicando yoga pero no pasa de ahí.Deben pertenecer todos a la misma tribu. Creo que se rigen por un lema que debe ser "Siéntete bien contigo mismo" (que el prójimo ya se las apañará). No me convencen mucho.
    A la playa antes también se iba al nadar, no? M.R.

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  2. Cuando has hecho la aparición con la flauta no he podido evitar la risa (no de ti). Te imaginaba con el ceño fruncido y soplando a pleno pulmón. M.R.

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