El caso es que la zona de perros de la
playa de la Patacona en la que suelo ponerme porque hay menos gente está cada
día más manicomial o más vanguardista, si es que no es lo mismo. Ayer mismo,
había una embarazada que amablemente me expulsó de mi sitio porque se estaba
haciendo fotos con su novio. Ella dirigía la sesión y el accedía no sé si
contento o por no disgustarla dado su avanzadísimo estado de gestación. En una
de las instantáneas vi como se situaban los dos frente al trípode espalda
contra espalda, con sus disímiles perfiles hacia el mar, que seguía a lo suyo,
cmitiendo olas milimétricas, lo que no impedía que los surferos de cada día trataran
de cabalgarlas. A mi espalda estaba la tropa del Tai chi, unas treinta mujeres
y un solo hombre al final del pelotón tratando de mantenerse a la pata coja con
un brazo extendido hacia el mar y otro hacia el sol poniente. A mi derecha
había una chica sentada en la típica postura yogui, con las puntas de los dedos
de una mano apuntando al cielo y con las de la otra sujetando el smartphone,
una aplicación, supongo, que le avisará por si mueve alguna ceja.
Y como remate del asunto había otro grupo
rodeando a un chico tumbado al que extendían brazos y piernas. Al
principio me alarmé pensando que era un ahogado, y lo parecía, de tan quieto
como estaba, y eso a pesar de que tenía sobre el pecho una especie de cacerola,
creo que ellos lo llaman cuenco tibetano, que una mujer con biquini negro de
ojales hacía sonar frotándolo en círculos con un una maza como cuando quieres
que no se te corte el ajo aceite. Igual parece que exagero pero es
que la realidad escrita queda tan desvaída conforme a lo que vi que conviene
exagerarla por hacerla más real. Y me olvidaba de mí, el más excéntrico, aunque
en el centro de todo el panorama, con la cabeza de la flauta, que esta vez, por
estar más a tono, soplé en su octava más aguda sin el menor remordimiento en
vista de que no había nadie tumbado en su toalla leyendo, haciendo castillos,
jugando a las palas, besando a su chica o esas cosas que sucedían en la playa
cuando yo era más joven y menos sarcástico.
Seguro que estabas en la playa? Parece un parque de atracciones. En la piscina donde yo voy hay, a veces, un grupito pequeño practicando yoga pero no pasa de ahí.Deben pertenecer todos a la misma tribu. Creo que se rigen por un lema que debe ser "Siéntete bien contigo mismo" (que el prójimo ya se las apañará). No me convencen mucho.
ResponderEliminarA la playa antes también se iba al nadar, no? M.R.
Cuando has hecho la aparición con la flauta no he podido evitar la risa (no de ti). Te imaginaba con el ceño fruncido y soplando a pleno pulmón. M.R.
ResponderEliminar