Hoy he activado la alarma del móvil para que me avise cuando cumpla cien años. Como la tecnología es tanto o más fungible que los hombres se trata de un gesto doblemente inútil, un brindis a un sol futuro que nunca veremos. Hay algo de paradójico y sobrehumano en esto de la tecnología, no sabría muy bien precisar qué. O a lo mejor es que no quiero seguir tirando del hilo so pena de un patetismo que viene muy al caso pero que debe sobrellevarse en la más estricta intimidad. Chao.
Ayer veía Fahrenheit 451, y había un toque de esa tecnología extravagante y de libros prohibidos. Me acordé de todos nosotros, cuando al final de la peli cada uno tiene que memorizar un libro, y de qué libro elegiría cada uno.
ResponderEliminarQué triste y qué hermosa la primera frase de tu entrada hoy en el blog.
Gracias, Lauri, qué bueno saber que estás ahí. Las penas y alegrías entre amigos a lo mejor se duplican pero sobre todo se comparten.
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